miércoles, 29 de mayo de 2013

"THEODORE POUSSIN. El integral 3" de Frank Le Gall


ISBN/ASIN: 9788468477442
Editorial: PLANETA DE AGOSTINI
Fecha de publicación: 2013
Número de páginas: 262


Jareth: " UN SINGULAR AVENTURERO "

Después de varias semanas sin escribir ninguna reseña he decidido volver con un cómic de altura, un ahora ya clásico de la BD  que empezó su andadura en la célebre revista Spirou, concretamente en su número 2428 allá por el año 1984. Theodore Poussin es un aventurero, creado por el artista francés Frank Le Gall, que vive su primera aventura en el álbum "Capitán Steene".  En él Le Gall nos presenta a un apocado Theodore que trabaja infatigablemente en el despacho de flete de una gran compañía naviera y que sueña con conocer en primera persona ese remoto mundo que sólo conoce a través de relatos. Su empresa le brinda la oportunidad de poner imágenes y vivencias a esos exóticos nombres que circulan a diario por su mesa de trabajo, y es así como se embarca en uno de sus barcos con rumbo a Indochina. Así dan comienzo las aventuras de este singular aventurero que es Theodore Poussin. Singular en muchos sentidos, siendo el primero de ellos, y quizás más llamativo, el de su aspecto. Y es que Theodore no es un aguerrido ni apuesto hombre de acción en la línea de tantos que ha dado la literatura o el cómic. No es ni mucho menos Corto Maltés o uno de los curtidos personajes de London, Salgari,  Conrad o Stevenson. Theodore es un joven con gafas, calvo, de aspecto enclenque y frágil, y con un carácter poco sólido que deberá ir forjando a golpe de inesperada vivencia o contratiempo. En ese sentido Le Gall hace suyo el concepto alemán de bildungsroman ( novela de formación ), cogiendo a su virginal personaje para arrojarlo a un mundo repleto de aventuras y misterios, donde el lector  no sólo podrá participar de sus experiencias y vivencias,  si no que también será testigo principal de su evolución espiritual hacia una madurez vital muy lejos de sus indecisos inicios. 



Hasta la fecha la serie de albúmes de Theodore Poussin son doce, todos ellos disponibles en castellano en la excelente edición en integrales de la Editorial Planeta, que además cuenta con suculentos extras y con un ajustado precio.  El primero apareció, siguiendo la edición integral francesa, en 2010 y contiene los siguientes albúmes: "Capitán Steene" (1987), "El devorador de archipiélagos" (1987), "María Verdad" (1988) y "Secretos" (1990). En ellos se puede apreciar una rauda evolución en el estilo gráfico de Le Gall que lo lleva de unos inicios de tono caricaturesco, en la omnipresente estela de Franquin, a otros más personales emparentados con la línea clara. En el guión también se aprecia esa significativa mejora, ya que ganan en complejidad y  audacia a medida que la serie avanza.

El segundo integral aparece en 2011 y es aún mejor que el anterior. En él se reúnen los siguientes albúmes: " El tesoro del rajá blanco" (1990), "Un pasajero desconocido" (1991), "El valle de las rosas"(1992)  y "la casa de la isla" (1993). Todos ellos tienen un nivel de calidad notable ya sea a nivel gráfico como de guión, siendo probablemente los dos centrales lo mejor que ha dado la serie. 



Y siguiendo ese ritmo de publicación llegó a finales de 2012 el último integral, que es el comentaré brevemente, y con el que se cierra, al menos por el momento, la serie. 

En primer lugar, he de decir que leer este último integral de Poussin ha sido de principio a fin una experiencia deliciosa, aunque no haya podido sustraerme a la desalentadora idea de que con él se cierra una de las series de aventuras más singulares y especiales que he leído en los últimos tiempos. Antes de comenzarlo, y después del maravilloso nivel exhibido en el anterior integral, se me hacía difícil pensar que estos cuatro nuevos albúmes pudieran sostener con la suficiente dignidad la inevitable comparación con sus predecesores, y una vez más Le Gall me ha vuelta a sorprender y encandilar. Independientemente de cuales sean los mejores albúmes, la verdad es que todos ellos, sobretodo los de estos dos últimos integrales, tienen una calidad bastante superior a la que uno está habituado a encontrar en este medio. Y no sólo porque suponen un estupendo aprovechamiento de elementos ya vistos en un género con un recorrido ya muy extenso, sino porque Le Gall sabe dotar a sus historias de un tono y sabor muy personal que consigue que todo nos sepa a fresco, a fina  delicatessen al alcance de muy pocos.




Señalar que los dos primeros álbumes de este integral son en realidad dos partes de una misma historia, "La terraza de las audiencias". En ella Le Gall nos transporta prodigiosamente a la Malasia de los años 30, donde la influencia del colonialismo francés en la región está dando sus últimos coletazos, y donde se da una encrucijada entre mundos y culturas como precedente a un orden nuevo. La idea principal de la historia, que da título a los albúmes, no podría ser más sugerente y exótica: una terraza de palacio situada frente a un tupido bosque, desde la que el príncipe escucha las peticiones y opiniones de unos súbditos, que  amparados en el anonimato que les da la oscuridad se animan a hacer oír la voz de su pueblo. 

"La terraza de las audiencias" es un doble albúm tremendamente atmosférico donde lo principal no está tanto en lo que sucede como en lo que se presiente e intuye. Es también una historia de personajes, recorrida por una tensión sutil e inconcreta que poco a poco se irá haciendo más presente  y amenazante, acechando el aparente edén en el que viven los personajes.  El tempo de la historia está, en ese sentido, muy logrado. En un principio todo es lento, pausado, estival y casi somnoliento, muy en la línea del contexto descrito. Pero poco a poco, a medida que el peligro y la tensión crecen, los sucesos se va acelerando hasta culminar en una  resolución dramática y catártica que no dejará indiferente a ninguno de los presentes, como tampoco lo hará al lector.



Le Gall consigue con este díptico una historia henchida de fascinación, de encanto, que introduce al lector suavemente en ese Oriente misterioso y romántico de los poetas, de los soñadores, de Kipling... 

No es por ello extraño que  aproveche la ocasión para introducir al primer personaje femenino de envergadura de la serie, Chochou Bataille, como tampoco es extraño que Theodore acabe terriblemente enamorado de ella. 

Con "La terraza de las audiencias", seguramente la obra más ambiciosa de Le Gall, el autor francés demuestra su particular sentido de la aventura, de la historia,  y del amor, ofreciendo un relato con un calado muy literario que viene a demostrar que el cómic de aventuras no tiene porque ser siempre banal y liviano. 



Además de la exquisitez con la que están dibujados todo y cada uno de los personajes y escenarios, Le Gall se atreve a utilizar en algunas páginas un arriesgado recurso, que apuntala aún si cabe más el calado literario del relato, y consistente en dejar el guión sin plasmar en viñetas acompañado tan sólo por un dibujo de fondo para ambientar la escena. Una especie de cómic-teatro que si bien no gustará a todo el mundo, personalmente me ha agradado por la elegancia, gusto y  mesura con que está utilizado.



El tercer albúm del integral, y segunda historia, es "Noviembre todo el año" (2000). En él Le Gall recupera un viejo y relevante personaje de la serie que volverá a irrumpir con fuerza en la vida de Theodore: el Sr. Noviembre. 

En esta historia Le Gall rompe con el tono y ambiente de la anterior historia para devolvernos a uno más dinámico,  occidental,  y conocido, ¡ el de los misteriosos asesinatos en serie !. 

"En noviembre todo el año" nos encontramos con el Theodore marinero, oficial de una gran compañia naviera, que ve como un viaje que debía ser rutinario y sencillo se convierte en una peligrosa cacería humana. Al parecer un peligroso asesino que acecha y mata, cual tiburón, a cualquiera que tenga alguna herida sangrante, por pequeña que esta sea, se encuentra entre los viajeros. Como se encuentran en alta mar, lejos de las autoridades locales y policiales,  Theodore no tendrá más remedio que intentar descubrir quién se encuentra tras los crímenes e impedir que sigan cometiéndose.



En esta ocasión Le Gall opta por colocar a su singular héroe en un terreno muy hollado, pero siempre entretenido, que no es otro que las historias policiacas en su faceta del whodunit ( término que viene de la contracción inglesa "Who has done it?"  que significa: ¿Quién lo ha hecho? ). Esta aventura de Theodore sigue, en este sentido, a pies juntillas algunas de las formulas habituales de este sub-género como son, por ejemplo, una serie de asesinatos relacionados entre sí y una cantidad de personajes sospechosos  que se encuentran encerrados en una misma localización,  en este caso es un barco en alta mar. Con estos ingredientes tan explosivos por supuesto la emoción y tensión están garantizadas. 

Desde un primer momento, es evidente, que Le Gall en ningún momento oculta su clara referencia y admiración por las novelas de Agatha Christie, y en este sentido urde una trama que mantiene en vilo e intrigado al lector hasta la sorprendente resolución final. No obstante, Le Gall rompe con una regla providencial en este tipo de relatos que vuelven a situarlo como un autor singular, que nunca se conforma con ofrecer simplemente lo que otros ya han hecho mejor que él. 




El último álbum del integral, y hasta la fecha de la serie, es "Los celos" (2005)  una historia que vuelve por los fueros más intimistas y biográficos de la serie, pero que no renuncia en ningún momento a su hálito y espíritu aventurero. De esta forma, "Los celos"  supone un magnífico broche, esperemos que no definitivo, a una estupenda serie. 

En "Los celos" encontramos a un Theodore que se ha retirado a una paradisíaca isla con sus amigos para dedicarse a cultivar copra.  Pero sus planes y su apacibilidad se verán alteradas cuando arribe a su pequeño puerto una inesperada visita. Se trata de la hermosa Chouchou que, una vez más, sacudirá con su presencia los fueros más internos del protagonista y de paso perturbara la plácida convivencia de todos los que habitan en la isla. Por si fuera poco, otra visita del pasado, pero de diferente cariz, vendrá a sumarse a la situación, irrumpiendo bruscamente el lado más aventurero y audaz de la serie. 



En definitiva, los cuatro albúmes del integral suponen una muestra más del talento de un autor que ha hecho de las historias de su personaje, Theodore Poussin, el delicioso retrato de un personaje, de un cosmos, y de una manera singular de entender el cómic de aventuras. En cada uno de sus álbumes se puede apreciar el esfuerzo de un autor que en absoluto se conformó con ofrecer una serie mediana y olvidable.



Anteriormente había citado a uno de los aventureros por excelencia del cómic, quizás el aventurero por excelencia. Me refiero, claro está, a Corto Maltés. Aún pese a las diferencias habidas entre ambos personajes y los estilos tanto gráficos como argumentales de sus autores, ambas series se encuentran hermanadas por el significativo hecho de que sus autores se han tomando la molestia de que la literatura y la cultura chisporroteen de alguna forma en cada una de sus páginas. Eso convierte a cada uno de sus aventuras en únicas y especiales, y las mantiene lejos de la mediocridad propia de las series periódicas o folletinescas que no ven más allá de su mera perpetuación.



Quedáis avisados. Si queréis leer un cómic de aventuras de pedigrí, con un dibujo exquisito que os conducirá directamente a remotas y exóticas localizaciones, donde podréis llegar a sentir el calor, el salitre y el susurro del viento, no dejéis pasar los integrales de Theodore Poussin.

Mi valoración: 8 sobre 10.





viernes, 3 de mayo de 2013

"MUDMAN vol.1 " de Paul Grist


Título original: Mudman 1-5 USA
ISBN/ASIN: 9788415225645
Editorial: ALETA EDICIONES
Fecha de publicación: 2012
Fecha de edición: 2013
Número de páginas: 144


Jareth: "EL CHICO DE BARRO"

En el recientemente pasado Salón del Cómic de Barcelona ( ¡ 31 ª edición ! ...casi nada ) varios fueron los cómics que acabaron en mis ávidas alforjas junto con una dedicatoria de sus autores. Uno de ellos fue este "MUDMAN", la nueva serie del famoso guionista y dibujante británico Paul Grist. La verdad es que el acontecimiento se dio en contra de mis previsiones, ya que yo no conocía de la existencia del cómic y cuando vi su portada tampoco pensé en comprarlo. El hecho es que yo estaba haciendo cola, como tantos e infatigables aficionados a los tebeos, para conseguir que Paul Grist me dedicará uno de mis tomos de KANE, su celebre serie estrella, y de golpe me encontré con uno de los responsables de la editorial que lo había traído a su stand. ¡ Con la Iglesia hemos topado !, me dije a mi mismo porque ya suponía lo que me iba a decir. ¿Que qué fue ? Si no lo sabéis ya, es que pocas colas de este tipo habéis hecho. El individuo en cuestión, eso sí, muy amablemente me recordó que para obtener una dedicatoria y dibujo debía tener mínimo un ejemplar de Grist de su sello editorial. Por supuesto, el de "KANE" no me servía ya que está editado DOLMEN EDITORIAL con lo que tenía dos opciones: o me compraba el único cómic de Grist editado por ALETA EDICIONES o me esperaba a que el célebre autor fuera al stand de DOLMEN  a firmar ejemplares de "KANE". La segunda opción no me gustaba demasiado ya que significaba volver a empezar de nuevo la cola y dar al traste con mi objetivo a escasos metros de conseguirlo, así que después de darle un  vistazo al tomito de MUDMAN me decidí a comprarlo por sus módicos 13´95 Euros.  Después de todo ¡ es un Grist ! y además podrá firmarme también mi ejemplar de "KANE", pensé. La historia acabó felizmente con mi ejemplar de "KANE" firmado y dedicado, el de MUDMAN también, y con un dibujo a página completa de KANE por cortesía del señor Grist, un tipo muy majo y simpático,   que en absoluto hizo gala de la frialdad británica. No me pude quejar ya que incluso me hice una estupenda foto con él, ambos supersonrientes, que guardaré por los días de los días. 



Dejando a un lado todas mis tribulaciones de freak, hoy os traigo  esta entrada a MUDMAN, ese cómic que llegó a mis manos por mandato editorial, y del que comentaré algunas cosillas por si son de vuestro interés. Por supuesto, este campechano rey de los goblin no decretará ningún edicto que os obligue a su lectura y mucho menos a su compra. En mi laberíntico dominio prima la libertad, al igual que el más irreductible azar, que queréis que os diga. 

"MUDMAN", que nadie se lleve a equívocos, es un cómic de super-héroes que se mueve en los habituales y tan transitados parámetros argumentales del género por mucho que sea Grist quién lo firme. De hecho, el propio autor, en un claro ejercicio de transparencia y honestidad, nunca oculta esos archiconocidos referentes sino que hace ostentación de ellos en un juego de referencias que gustará a más de uno de los aficionados. 

El argumento base de "MUDMAN" no puede ser más sencillo y típico.  El protagonista es Owen Graig, un  adolescente que, aparte de ir al instituto, gusta, junto con su amigo Jack Newton, de hacer alguna que otra barrabasada en forma de pintadas allá donde se le antoja. Eso le conducirá a él y a su amiguete a colarse en una propiedad privada, largo tiempo abandonada, que recuerda a la tétrica casa, en la cima de la colina, de Norman Bates. Y es que entre los muros de esa casa parece sucedieron cosas muy extrañas que aguardan para resurgir. Y es que la mier..., perdón, quería decir el barro, siempre acaba saliendo a flote a poco que se remueva y esta vez no iba a ser menos.

El caso es que Owen descubre que la casa ya no está deshabitada sino que un par de delincuentes la han tomado como su guarida y, claro, no iban a dejar que el chico escape con vida, así que emprenden su persecución por el barrizal que hay frente al caserón y que finaliza con tres "BLAM, BLAM, BLAM", lo que traducido del lenguaje onomatopéyico de los cómics son tres disparos. Al día siguiente, Owen se despierta en su cama como si nada hubiera sucedido y sin saber cómo ha llegado allí. Pero algo sí ha sucedido, como descubre al poco tiempo, y es que ha dejado de ser el vulgar Owen Graig para convertirse en MUDMAN, un ser con poderes de barro ( algo así como el Hombre de Arena de la Marvel, para que os hagáis una idea, pero en versión juvenil y viscosa ).



Detrás de un argumento tan estereotipado, que nos retrotrae con pequeñas e insignificantes modulaciones, a toda una retahíla de personajes clásicos del universo super-héroico, y que tiene como principal astro gravitatorio al Peter Parker de Lee y Ditko, Grist ofrece un sentido, actual y vivo homenaje a esos clasicazos del universo de los héroes con mallas que tantas horas de disfrute han dado al aficionado. Y es que Grist es un gran aficionado a ese tipo de tebeos y se nota.

Supongo que a la hora de plantearse la elaboración de este capricho personal que parece MUDMAN, Grist se planteó qué podía aportar él a un género con tanta andadura a sus espaldas. Su respuesta, a la vista de su obra, no parece otra que: ¡ a sí mismo !. Y es que pese a los tópicos y clichés que recorren infatigablemente el tebeo, Grist consigue  una obra henchida de frescura y agilidad, que se lee lejos del hastío de lo mil veces ya leído. ¿ Y cual es su secreto ? Pues seguir fiel al estilo que lo ha hecho famoso,  dentro del corsé de un tebeo de super-héroes al uso. 

Para empezar Grist recurre a su habitual y polifórmica estructura narrativa, explicando la que podría ser una historia sencilla de una forma compleja, que busca en sus incansables saltos hacia delante y atrás en el tiempo, sumergir al lector en el misterio y la incertidumbre. Son ya muchos los que han explorado este camino en las últimas décadas, ya sea en el cine, la literatura o el cómic, pero hay que reconocer que Grist es un maestro en ello. Sólo así se explica que después de cinco números USA ( los que componen este primer número ) aún estemos dándoles vueltas al origen del super-héroe y al de otros misteriosos partenaires del serial que uno no sabe muy bien si son amigos, enemigos, o una variable amalgama de ambos. 



Grist entiende, como tantos otros antes que él, que el verdadero motor de enganche no radica en la propia historia y los propios personajes, que también, sino sobretodo en cómo ésta es contada. De esta forma hace suyas las principales premisas del género folletinesco y va dosificando con milimétrico cuenta gotas toda la información que da al ávido lector sobre lo que está sucediendo o lo que sucedió. Como no quiero restar ni una pizca de poder a esos intrigantes "efectos especiales" o condimentos de la serie, no me queda otra más que cerrar mi incontinente boca o, para el caso, refrenar los inquietos dedos con los que martilleo el teclado del ordenador. Sólo os diré que ya tengo mis propias cabalas explicativas de algunos de estos misterios. Y esta es otra de la gracias de este tipo de historias: que uno se monta su propia película. Luego ya viene el guionista y la deshace o confirma, pero, hasta entonces, permanecemos enganchados e inquietos a ese juego interactivo abierto a la especulativa mente del lector que es lo que, en definitiva, da "vidilla" a este tipo de historias. 

Otro de los aspectos interesantes y diferenciales de "MUDMAN" es, claro está, el característico dibujo de Grist, con sus personajes definidos a golpe de trazo grueso y en donde los escenarios pierden importancia ( cuando no desaparecen ) respecto a las perspectivas y los diseños de página. Es un estilo que a algunos gustará y a otros no, pero que poco tiene que ver con el semi-realista dibujo de super-héroes, sobretodo si nos retrotraemos a maestros canónicos del género como Buscema o Byrne. 



En MUDMAN, al igual que en sus otros tebeos, Grist se esfuerza por dotar de vigor, agilidad y expresividad a la distribución de la página. En muchas ocasiones incluso prescinde de las viñetas, momento en el cual sus titánicos ( porque acostumbra a dibujarlos grandes ) personajes campan a sus anchas por la página e incluso parecen ir a salirse de esta. Esto redunda en que las historias de Grist requieren una mayor número de páginas para desarrollarse, porque en ellas los personajes no están constreñidos a un marco de reducidas viñetas, lo cual no supone un problema si no más bien un logro. Al menos desde mi punto de vista.

Pese a su fragmentaria narrativa y  su sofisticado diseño de página,  las andanzas de MUDMAN se leen y siguen a la perfección, meridiánamente, sin que uno llegue a perderse. 



En cuanto al diseño de personajes Grist se ha mostrado ambivalente.  Por una lado ha permanecido fiel al estereotipo de personajes de reparto de este tipo de tebeos, ya que no falta ni la inaccesible chica guapa, ni el simpático amigo, ni el matón, etc, pero por otro lado se ha mostrado rompedor en el diseño gráfico de los otros seres con super-poderes que aparecen por sus páginas. Y digo rompedor porque Grist se desmarca claramente de la línea más cool del género super-heroico  e idea unos superseres con unas pintas bastantes cutres al tiempo que normalizadas, muy alejadas de los forzudos y las beldades de Marvel y DC. Por ejemplo, en este primer tomo de "MUDMAN" aparece una ¿ super-heroina ? con aspecto de anciana, armada con unas hachas y vestida con un andrajoso atuendo que no renuncia a una raída capa. Vamos, que parece más una pobre indigente que otra cosa. También aparece un ¿supervillano? con control sobre el mar y las aguas que lejos de Aquaman o Namor tiene el aspecto de...¡ un viejo vestido únicamente con unos pantalones ! Vamos, de esos ancianos que uno puede encontrar tomando el sol matutino en cualquier playa de España. Para colmo su sonoro y solemne nombre es ¡ El hombre sin camisa !. El resto de seres con poderes tampoco mejoran mucho el glamour anterior aunque lo intenten, como, por ejemplo, el enigmático tipo de la gabardina negra, gafas de sol y pañuelo a lo Jack Sparrow que para colmo entra en la aventura con ¡ una sofísticada super-nave! ¡ no ! ... con un pequeño bote a remos engalanado con una pequeña bandera negra en su popa. Y es que lo estrafalario tiene un lugar relevante en MUDMAN. Por el contrario el aspecto del propio hombre de barro es más convencional en cuanto a diseño de traje, ya que se mueve en unos parámetros más habituales del género. No obstante, no es musculoso ni nada que se le parezca y es que en MUDMAN, al menos por el momento, los super-cachas parecen haber sido desterrados a otro universo. ´



Como no, y como en cualquier cómic con adolescente de por medio, aparece el personaje de la chica atractiva e interesante que captará la atención del protagonista. Su aspecto recordara a los versados en "KANE" a alguna femina del mismo. Y es que estoy convencido que o bien es un prototipo de mujer de Grist o sencillamente las dibuja así porque le salen bien, de forma casi automática.

Pues nada, poca cosa más pienso desvelaros acerca de esta nueva obra de Paul Grist. Tan sólo deciros que es una obra que gustará a aquellos  amantes del género super-heroico lo suficientemente abiertos de mente como para probar con algo distinto, fresco, simpático, y de pocas pretensiones, que, al mismo tiempo, homenajea e incorpora muchos de los rasgos identitários del género. Si sois muy clasistas y esperáis pirotécnicos dibujos en la línea de un Jim Lee, este no es vuestro cómic. Tampoco el de aquellos a los que les sale urticaria de sólo pensar en seres super-poderosos con aspiraciones heroicas.  "MUDMAN", sin ser nada del otro mundo, apuesta por una entretenida y pequeña vuelta de tuerca más a un género que no parece tener fin.

Mi valoración: 6'5 ( sobre 10 )


El simpático padre de la criatura. Un tío majo, como os había dicho.